jueves, 3 de febrero de 2011

LA INMIGRACION HAITIANA. INTRODUCCIÓN



La inmigración haitiana y su descendencia en Cuba tiene una particular manifestación.

Antes de llegar Cristóbal Colòn a la isla ya habìa en ella población procedente de Haití, región llamada asì por los aborígenes que, en la lengua arawak, significa “tierra de altas montañas”.

Otro éxodo de tierra haitiana hacia la cubana tuvo su origen por los acontecimientos que condujeron a la revolución haitiana, el triunfo de los rebeldes esclavos y la constituciòn de la repùblica negra el primero de enero de 1804. Los colonos franceses huyeron y consigo arrastraron a parte de sus dotaciones de esclavos, a mulatos libres y otros que no congeniaron con el nuevo orden social. Conformaron la emigración franco-haitiana hacia Cuba de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Pero el màs grande arribo de haitianos lo ocasionò la inversión en la industria azucarera cubana por las compañìas transnacionales norteamericanas, en las primeras décadas del siglo XX, y la demanda de mano de obra barata. La Primera Guerra Mundial incentivò el trasiego de los antillanos reclutados como braceros y en condiciones de semiesclavitud.

Anverso y reverso de la Carta de Nacionalidad extendida a
los inmigrantes haitianos.

Los vaivenes en el precio del azúcar en el mercado, la crisis económica mundial y el factor de oposición interna de los trabajadores cubanos hacia la inmigración laboral extranjera, concitarìan el panorama de rechazo y los decretos-leyes y demàs instrumentos gubernalmentales que provocaron la interrupciòn de la llegada masiva de estos inmigrantes luego del año 1931, la repatriación forzosa y salida de miles de antillanos, en especial de haitianos y jamaicanos.


Transcurrido los años seguirían, en menor medida, otros tránsitos y arribos de haitianos a Cuba -incluidos los perseguidos políticos y de otra naturaleza escapados del régimen de terror que implantó Francoise Duvalier en Haití-, con lo cual se iría conformando una masa de residentes haitianos y sus descendientes en las más precarias condiciones de vida y de presión social, condicionante de la percepción y del trato otorgado a los antillanos y a sus "pichones".

La Revolución triunfante del Primero de enero del 1959 vino a detener circunstancialmente esta emigración y -cambiar radicalmente- el panorama del haitiano y sus descendientes en Cuba, conjuntamente con las transformaciones políticas, económicas y sociales que propició la llegada al poder del movimiento revolucionario encabezado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Los haitianos y sus descendientes han recibido los mismos derechos y participan en el cumplimiento de las responsabilidades igual que el resto de los cubanos.

Son protagonistas en la historia y la cultura de la nación cubana, y al igual que el resto del pueblo, están librando las batallas actuales de la isla por la defensa y el triunfo definitivo de la justicia y de la razón.

HAITIANOS LONGEVOS(3-10-2005)



La República de Cuba está considerada como una de las más envejecidas en Latinoamérica, con más de un 14 por ciento de su población mayor de los 60 años.

Su pirámide poblacional así lo demuestra y ello preocupa a los especialistas en el país.

Pero, por otro lado, esta situación es una demostración del serio esfuerzo de la nación por la protección y desarrollo de sus ciudadanos desde el punto de vista económico, político y social. Desde 1959 en que triunfo la Revolución se ha legislado y actuado prácticamente en este sentido.

El sistema de salud y de asistencia médica garantiza desde la niñez el disfrute de una vida sana, capaz llegar no solo a adulto sino a una vejez con óptima calidad de vida.

La esperanza de vida al nacer -76 años- abarca a un número cada vez mayor de adultos que, no sólo alcanzan los cien años, sino que hasta sobrepasan esa edad.
Incluso, cada vez es más creciente el número de ciudadanos inscriptos en el Club de los 120 años, realizando las acciones que le ayuden en ese propósito. A ello contribuyen los nuevos conceptos gerontológicos y los programas de atención al adulto mayor instaurados en toda la nación desde 1974.

Sobrepasan los dos dígitos el número de ciudadanos que en Cuba superan los cien años. En esas cifras hay una cantidad considerable de haitianos residentes en el país.

Tanto los unos como los otros reciben esmerada atención con la participación activa de la familia, la comunidad y las organizaciones políticas y no gubernamentales.

En los últimos años hemos tenido la oportunidad de conocer a los siguientes haitianos centenarios:

Fecha de
Nombre nacimiento Edad Provincia
ARSENIO DAMA 1897 107 años Camaguey
ALBERTO YOIP 12-51886 118 años Ciudad de la Habana

NEMESIO FLORES DELVA 1904 100 años (fallecido) Camaguey


Foto tomada el 3 de enero del 2003, durante el homenaje al centenario de Nemesio, alias Ti Cluk, en el central Càndido Gonzàlez (antiguo Santa Marta). Le acompaña Sibelys Celidor Garcìa, descendiente de haitianos e investigadora sobre la cultura haitiana.

ELVIRA CELIA 25-5-1904 100 años Camaguey

Elvira reside en el Reparto 21 de Octubre del Central Càndido Gonzàlez, en Santa Cruz del Sur, provincia de Camaguey.

ALBERTO GOY 13-5-1882 122 años Ciudad de la Habana
MARIE RIBET DENIS 10-12-1892 112 años Ciudad de la Habana
JOSE MARTINEZ 4-10-1901 102 años (fallecido 10-10-2003) Camaguey
MANUEL ALVAREZ 15-9-1890 114 años Camaguey
EUGENIO MARTINEZ 27-6-1902 102 años Camaguey
VENANCIO LUIS HAITI 1903 101 años Las Tunas
TEOFILO TREFILO FEDERICO8-2-1900 104 años Camaguey

ANA LUISA CARIDAD
ANTONIA CRAIGH DESRRUSEAUX 22-12-1901 103 años Santiago de Cuba

BENITO MARTINEZ ABOGAN 19-6-1880 124 años Ciego de Avila

HAITIANOS ABORÍGENES EN CUBA (28-9-2005)


Haitianos” llegaron a Cuba desde las primeras migraciones de aborígenes antes del arribo de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo.

Efectivamente, los primeros pobladores de Cuba los indios guanajatebeyes, taínos y siboneyes llegaron a ella procedentes de Sudamérica, utilizando como puente a las Antillas, o provenientes de la Florida, en América del Norte. Se dice que a la llegada de los españoles habìa unos 112 000 aborìgenes habitando en ella.

Una de las islas de la Antillas era denominada Haití, que en lengua aborigen de los taìnos y arawak significaba “tierras de altas montañas”.

Contra la explotación y el exterminio de los españoles se rebelaron los aborígenes, sobre todo los aguerridos caribeños. Uno de ellos, oriundo de Haití, se trasladó a Cuba para encausar la lucha contra los invasores: el cacique Hatuey.

Hatuey devino en el precedente histórico de la afluencia y protagonismo de los haitianos en Cuba, en ejemplo de los valores de lucha y dignidad revolucionarias, en un mártir de la lucha contra la invasión extranjera.

Guamá, otro invicto aborígen, luchó contra los invasores desde 1522 hasta 1533 en las montañas de Baracoa, en el oriente cubano.

PROTAGONISMO DEL HAITIANO EN CUBA (28-9-2005)

)Por coincidencias históricas, las revoluciones de Haití y de Cuba triunfaron un primero de enero: la haitiana en 1804, la cubana en 1959.

Ambas sentaron un precedente en el hemisferio occidental: la haitiana, la primera revolución triunfante de esclavos negros, la cubana, la primera en convertir en libre su territorio en América Latina e iniciar la construcción de una sociedad socialista.

La presencia del haitiano en Cuba no ha sido todo lo pasiva que regularmente se tiende a pensar. Ha tenido, y tiene, un papel activo dentro de la formación de la nación cubana y su ulterior desarrollo.

La idiosincrasia, las creencias y conductas sociales, económicas, religiosas, culturales, artísticas, hábitos alimentarios, remedios para la salud y otras del haitiano se han engarzado en el entramado de esta nación antillana.

Numerosos hijos de aquel país y sus descendientes ofrendaron sus vidas en las gestas libertarias cubanas o alcanzaron lugares cimeros en la Guerra de Independencia, así como en los posteriores años de lucha contra regímenes dictatoriales.

Un ejemplo de esta afirmación lo es también Emilio Bárcena Pier, descendiente de haitiano, que se incorporó a la lucha guerrillera contra la tiranía de Batista y, junto con el Ejército Rebelde creado por la vanguardia que asaltó al cuartel Moncada, luchó bravamente. El perteneció a las tropas del querido y legendario comandante Ernesto Che Guevara, hasta caer heroicamente en combate.

Sangre de sus descendientes se derramó también, junto con la cubana, en las acciones internacionalistas en África y en otras regiones, en aras de la libertad de aquellos pueblos. Las filas de combatientes cubanos del Che en el Congo, en el año 1965, contaron con un haitiano (Adrien Sansaricq) y no pocos descendientes de esta etnia.

Y así fue cuando Cuba ayudó al pueblo angolano a defender su libertad de los intentos coloniales sudafricanos, o en muchos otros lugares combatiendo al enemigo colonialista e imperialista, o brindando el apoyo a la educación, a la salud, a las construcciones, al desarrollo económico de naciones hermanas del llamado Tercer Mundo.

Al igual que el resto del pueblo, están librando las batallas actuales de Cuba por la defensa y e triunfo definitivo de la justicia y de la razón.

INMIGRACION HAITIANA EN CUBA. SIGLO XX Y... (28-9-2005)



Transcurridos los años seguirían, en menor medida, otros tránsitos y arribos de haitianos a Cuba -incluidos los perseguidos políticos y de otra naturaleza escapados del régimen de terror que implantó Francoise Duvalier en Haití-, con lo cual se iría conformando una masa de residentes haitianos y sus
descendientes en las más precarias condiciones de vida y de presión social, condicionante de la percepción y del trato otorgado a los antillanos y a sus "pichones".

La situación de esta etnia la ubicaba en el escalón social más bajo, sujeta a los disímiles prejuicios por su condición económica, por el color de su piel, por el no dominio completo del español y por otros factores vinculados a las zonas donde se radicaron (oriente y sur del país, fundamentalmente, en áreas cañeras, cafetaleras y otras).

La Revolución triunfante del Primero de enero del 1959 vino a detener circunstancialmente esta emigración y -cambiar radicalmente- el panorama del haitiano y sus descendientes en Cuba, conjuntamente con las transformaciones políticas, económicas y sociales que propició la llegada al poder del movimiento revolucionario encabezado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Los haitianos y sus descendientes han recibido los mismos derechos y participan en el cumplimiento de las responsabilidades igual que el resto de los cubanos.

Han accedido a la educación y se han formado en numerosas profesiones y especialidades; han tenido la protección a su salud y a sus vidas; han recibido la oportunidad a un trabajo decoroso, a obtener sus honrados ingresos; han participado en las elecciones y han resultado elegidos; se han destacado en el deporte, en las ciencias, en la cultura y las artes, en la economía, en la defensa y en múltiples esferas.

La Revolución hizo hombres libres e iguales a todos los trabajadores del país, a los 26 000 braceros de origen antillano (jamaicanos, haitianos y otros), que durante años laboraron en cañaverales y cafetales en condiciones de explotación, cuando se promulgó en octubre de 1967 la Resolución 202 que les ofrecía una prestación a largo plazo no menor de 40.00 pesos, y que a partir del 1 de enero de 1969 se elevó a 60.00 pesos.

Tras la caída de la dictadura de los Duvalier se han producido éxodos hacia otros países, a veces de familias enteras, ante la precaria situación económica y social que vive Haití que han llegado a Cuba.

El mal tiempo y las no adecuadas condiciones de las embarcaciones han provocado recalas en las costas cubanas en solicitud de auxilio en provisiones y medicamentos

La Cruz Roja Cubana estableció en Maisí, en el oriente cubano, un campamento para la atención de estos casos. Por este concepto, por ejemplo, en el año 2001 recalaron en costas cubanas y arribaron al país 877 haitianos, de ellos 69 niños, 160 mujeres y 648 Hombres y se repatriaron 110, que de forma voluntaria solicitaron regresar a su país.

ACERCA DE LA LENGUA CREOLE (3-10-2005)


Los inmigrantes haitianos llegaron a Cuba hablando en su lengua creole.

El creole se desarrollò como medio de comunicación entre los esclavos africanos traìdos al Nuevo Mundo y los amos europeos colonizadores en los siglos XVI y XVII. Fue una mezcla de varios dialectos africanos con el español, el inglès y el francès, de acuerdo con la zona de asentamientos de los interlocutores.

En Haitì, la fusiòn se produjo con el francès dado el desarrollo històrico de esa porciòn de la isla La Española.

Desde la oleada de franceses y la dotaciones de esclavos que trasladaron junto a ellos huyendo de los embates de la revoluciòn haitiana en el periodo de 1791 a 1804, y posterior a esta ùltima fecha, se insertò en Cuba el creole como una forma alternativa de comunicación.

Los cafetales fueron el principal escenario de esta forma de hablar entre los esclavos y luego trascendiò hacia las plantaciones cañeras y los centrales azucareros.

Las huestes mambisas conocieron tambièn de este lenguaje durante el desarrollo de la Guerra de Independencia.

Esta presencia del creole se acrecentò con la inmigración de haitianos como braceros en la primeras dècadas del siglo XX.

El creole devino tambièn como un elemento adicional de discriminación hacia sus hablantes. Se utilizò como tèrmino despectivo el del patua.

Por ello, los descendientes de haitianos se limitaron a hablara el creole en el seno familiar y no en el escenario pùblico, donde estaban oligados a comunicarse en español.

Pero, aùn asì, el creole se convirtió en la segunda lengua màs hablada en Cuba, debido al alto nùmero de inmigrantes haitianos y sus descendientes en el paìs. Cada vez màs los cubanos fueron accediendo a este lenguaje para su intercomunicación con los haitianos, y llegaban a hablarlo, entenderlo con dificultad o a estar de alguna manera familiarizados con algunos vocablos.

Ademàs de las provincias orientales, el creole està muy difundido en Camaguey y Ciego de Avila, en menor medida en Ciudad de la Habana y demàs provincias, segùn la presencia de haitianos y sus descendientes.

En la dècada de 1980 se hizo un sondeo sociològico en la provincia de Guantánamo y determinò que unos 4 000 haitianos y 45 000 descendientes residìan en esos momentos en este territorio oriental.

Un sistemàtico esfuerzo por la enseñanza del creole en aulas especiales creadas con tal fin se realiza en los ùltimos diez años en Ciudad de la Habana, Guantánamo y otros lugares.

Una emisora, Radio Habana Cuba, tiene varias horas diarias de transmisiones internacionales en creole.

Cada 28 de octubre se celebra el Dìa Internacional del Creole, declarado como tal desde el 1979 en las Islas Seychelles. En Cuba se comenzò a celebrar este dìa desde el 1996.

INMIGRACION FRANCO HAITIANA (22-10-2004)

El inicio de las más trascendentes de las migraciones desde la isla vecina hacia la mayor de las Antillas se remonta a más de dos siglos, a finales del XVIII (1789 a 1805), provocado por la Revolución de Haití .

A Baracoa, Guantánamo y Santiago de Cuba, extremo oriental de la isla, comienzan a arribar en 1789 algunas familias franco-haitiana afectadas por las revueltas esclavas en Haití, lo que crece extraordinariamente a partir de 1791.

Pero la gran “diáspora blanca de Haití” se provoca con la derrota definitiva de los colonos contrarrevolucionarios en Cape Haitien (Cabo Haitiano), en 1793, cuando unos 2000 colonos blancos huyen hacia los Estados Unidos y hacia las colonias españolas de Cuba y de Santo Domingo.

Dos años màs tarde numerosas familias francesas deciden huir hacia Cuba a partir de que España cede a Francia la parte oriental de La española mediante el Tratado de paz de Basilea.

Otro momento de este éxodo lo fue en 1798 cuando, derrotados, los ingleses se vieron obligados a firmar la paz con Toussaint Louverture y abandonar la isla. Ellos y los colonos que les apoyaban salieron con destino a Jamaica, Nueva Orleáns y Cuba.

Tambièn, miles de mulatos seguidores de Rigaud se vieron impelidos a salir junto con èste al terminar la guerra civil en 1800, y viajar algunos hacia Cuba.

Napoleón Bonaparte envía a su ejèrcito a Haití y es derrotado en 1803 por Jean Jacques Dessalines, lo que origina una nueva emigración hacia Cuba.

Tras el primero de enero de 1804 proclamarse la repùblica libre, colonos franceses cargaron con sus dotaciones de esclavos y arribaron a Cuba por la región oriental, donde se asentaron y desarrollaron su economía cafetalera y cacaotera. Ya para 1805 había 30000 haitianos en Cuba. Se dice que en sólo 16 años (1789-1805) la ciudad de Santiago de Cuba recibió 20000 refugiados franco-haitianos.

Con los años, estos franco-haitianos fueron poblando otras regiones de la isla.

En el resto del siglo XIX el flujo de franco-haitianos hacia Cuba descendiò ostensiblemente, tanto por el agotamiento del nùmero de ellos en la nueva repùblica, como tambièn por las prevenciones en la colonia española para evitar una repetición de la revolución haitiana entre los esclavos, negros y mulatos libres, residentes en la isla

Aùn asì, los franco-haitianos, sus esclavos negros y los mulatos llegados participaron no solo en el desarrollo económico, cultural y social de la isla, sino que tambièn no pocos de ellos tuvieron un lugar protagónico en las luchas por la independencia de Cuba.

GRUPO CORAL DESANDANN EN CRÓELE (22-10-2004)

Desandann es el nombre del único grupo coral en cróele conocido hasta el momento en Cuba y en el área del Caribe, incluido el propio Haití.

Surgió hace diez años como iniciativa de varios descendientes de la comunidad haitiana y su directora, Emilia Díaz Chávez, graduada de Dirección Coral en 1978, expone cómo surgió la idea de su creación:

“Siempre mantuvimos la esperanza de preservar la cultura de nuestros antepasados. La idea de crear un grupo coral surge del intercambio al respecto realizado con Teresita Romero, integrante entonces del Coro de Camagüey y hoy día también del de Desandann, así como de Consuelo Doris, quien se desempeñaba como vicepresidenta de la Asociación Haitiana en La Habana."

Día a día se fueron uniendo a esta idea varias personas que, con dedicación y un alto grado de sacrificio ante las dificultades de orden material y de todo tipo, llegaron a organizar el grupo vocal.

Vinieron jornadas de intensos y sistemáticos ensayos, de concertación de voces y ritmos melódicos, hasta que surgió la primera actuación ante un público.

Fueron esos primeros momentos los que mas recuerdan los integrantes de Desandann. La acogida recibida entre la propia comunidad haitiana en el país alentó a todos en el empeño por desarrollar esta experiencia, única en todo el territorio nacional.

Sus integrantes son descendientes de haitianos:

-Emilia Díaz Chávez, su directora, hija de haitianos.
-Marcelo Andrés Luis, bajo, arreglista y compositor, hijo de haitiano.
-Dalio Arce Vital, hijo de haitiano.
-Marina Collazo, biznieta de haitianos.
-Irian Rondón Montejo, biznieto de haitianos.
-Fidel Romero Miranda, biznieto de haitianos.
-Rogelio Rodríguez Torriente, biznieto de haitianos.
-Yordanka Sánchez Fajardo biznieta de haitianos.
-Teresita Romero Miranda biznieta de haitianos.

El repertorio, todo en creole proviene del folklore haitiano y muestra hoy día diversos
ritmos y géneros: el yambalú, el merengue, música de origen religiosa del vudú, y otros. A veces incorporan movimientos corporales, muy típico en el haitiano y con cierta influencia cubana, como acompañantes de la interpretación oral.

Tienen grabados dos discos y cuentan con más de 50 canciones en su repertorio. Soufflé Van, Man gaje, Edem Chante, Lawouze, Nam Fon Bua, Se Lavi, Tande, Maroule, Au pan nan chay, Papa Danbalah, Se Lamu y Homenaj a soley se cuentan entre los títulos de sus canciones. Del universo coral también interpretan en inglés Let us break bread together y Soom ah will be done, ambas de la autoría de William L. Dawson

Tanto en Haití, donde han actuado en varias oportunidades, como en Estados Unidos de Norteamérica –lugar en el que han estado en tres oportunidades-, Francia, Canadá, Martinica y México han conocido de su maravilloso arte vocal.

El grupo ha sido premiado en diversos certámenes nacionales e internacionales, y recibido el reconocimiento y homenaje de las autoridades y pueblo de la provincia de Camaguey y de otros territorios del país.

Y ya se multiplican, porque sus integrantes asesoran a la Cantoría Marta Jean Claude, una agrupación de niños de 6 a 16 años de edad, y dirigidos por Teresita Romero,
del grupo Desandann.

ORIGEN ECONOMICO DE LA INMIGRACIÓN (19-5-2005)

La guerra de independencia librada por los cubanos contra España, en sus dos fases de 1868 y la iniciada en 1895, llegò hasta un punto en que la metrópolis no pudo sostener esta contingencia.

Fue entonces que los Estados Unidos de Norteamérica intervino en 1898 en la contienda, utilizando como pretexto la extraña voladura de su buque de guerra Maine, anclado en el puerto de La Habana, y le declarò la guerra a España.

Agotada como estaba, España no resistiò el embate de las tropas cubanas, ahora con la intromisión norteamericana, por mar y por tierra, y claudicò. Apartando a los cubanos, Estados Unidos firmò con España la rendición y fin de la guerra en 1898.

Las tropas norteamericanas se posesionaron del territorio y obligaron a las fuerzas cubanas a entregar las armas y desmovilizarse. Se instaurò un gobierno interventor yanqui que rigiò hasta 1902, cuando se declaró por los norteamericanos la escamoteada independencia de Cuba.

Durante y después de la ocupación militar estadounidense, las transnacionales azucareras norteamericanas se posesionaron del país, adquiriendo grandes territorios a bajìsimos precios, o aplicando el desalojo, sobretodo en la parte oriental de la isla, donde era escasa la población.

Los Estados Unidos realizaron fuertes inversiones en la industria azucarera, en especial en la parte orientaledel paìs, y sobre bases más ventajosas que las del siglo XIX, le abrieron sus mercados y originaron un acelerado desarrollo a este sector econòmico.

La distorsión demográfica en Cuba, heredada de la colonia, significaba que porciones de las regiones occidental y central, con una superficie menor del 20% del total, concentraban el 60% de la población, mientras que Camaguey y Oriente, con la mayorìa y mejores suelos agrícolas solo contaban con el 11,4% de la población total.

Los productores de azúcar norteamericanos y otros presionaron a los gobiernos de turno para conseguir mano de obra barat fe a y para ello acudieron a las islas cercanas de Haití y Jamaica, para reclutar desocupados a muy bajos salarios.

Un grupo de hacendados organizó, en 1911, la “Asociación de Fomento de la Inmigración”, cuyo objetivo principal fue la importación d ec3 e braceros haitianos y jamaicanos, a partir de 1912.

La emigración hasta entonces mayoritariamente europea a Cuba comenzó a cambiar a partir de que el presidente José Miguel Gómez (1909-1913) concedió a la compañía Nipe Bay Company, mediante el Decreto Presidencial número 23, del 10 de enero del 1913, el permiso de importar 1 000 braceros antillanos para el central Preston en la provincia Santiago de Cuba.

BRACEROS PARA LA ZAFRA AZUCARERA (23-10-2004)

Cuba desarrollò una política migratoria de puertas abiertas en las primeras décadas de la Repùblica mediatizada.

El movimiento de mano de obra barata propiciò que centenares, miles de antillanos (jamaicanos, haitianos y otros) fueran llevados a Cuba como jornaleros para las zafras azucarera y otras.

La Primera Guerra Mundial incentivò este trasiego a partir de que la isla devino en principal productor de azúcar para los paìses aliados y requería màs mano de obra barata.

El 3 de agosto de 1917 la Ley de Inmigración sancionada por el presidente Mario Garcìa Menocal autorizò toda inmigración de braceros o trabajadores por un plazo de hasta dos años después de concluida la guerra.

Pero el azúcar subiò su precio en el mercado mundial una vez terminada la guerra, la producción aumentò exorbitantemente y se originò el perìodo conocido como de “la danza de los millones”. En consecuencia, el nùmero de inmigrantes se duplicò de un año para otro (1919 para 1920).

Como mismo subiò, el precio del azúcar empezó a caer a partir de la zafra de 1920. Ello trajo aparejado que se empezara a aplicar otra política del gobierno de turno respecto a los inmigrantes.

DISCRIMINADOS Y REPATRIADOS (3-1-2005)


En 1921 el presidente Alfredo Zayas firmò el Decreto 1404 mediante el cual se exigía el reembarque de los braceros antillanos.

En la medida en que se acercò la etapa de crisis económica mundial, los inmigrantes antillanos fueron rechazados por la oficialidad de turno.

Al Congreso fueron presentados diversos proyectos de leyes contra la inmigración, con el fin de limitarla o suspenderla.

Los potentados azucareros no tan solo se opusieron a esta salida de la mano de obra barata, sino que estimularon la existencia de los inmigrantes ilegales en el paìs.

En tanto se evidenciò una enorme reducción en los inmigrantes que arribaron al paìs en 1922, esto cambiò en 1923 y siguientes años hasta el 1928.

Bajo acuerdo con sus respectivos gobiernos, la administración cubana realizò la repatriación de 15 600 antillanos en 1928, la mayorìa haitianos, 2 100 salieron por su propia voluntad.

La crisis económica capitalista mundial de 1929 agudizò esta situaciòn.

Fueron implantados férreos controles sobre la población extranjera arribante y residente en el paìs, y a los antillanos en especial se les propinò un abusivo trato por parte de las autoridades.

En 1930 fue presentado un proyecto de Ley de Inmigración y Colonización mediante el cual se prohibía la entrada al paìs de antillanos y chinos, entre otros.

La entrada de inmigrantes prácticamente se paralizò en 1932.

ALBERTO GOY (INOCENCIO GOY) (22-10-2004)

El cuatro de agosto del 2003 intercambiamos con el haitiano Alberto Goy o, como èl dijo, su nombre en francés era Inocencio Goy.

Su voz, entrecortada, transmitió el pensamiento de un hombre que, a pesar de su edad (121 años), traslucía claridad y firmeza en sus ideas.

Nació el 13 de mayo de 1882 en Bainet, un poblado costero en el Departamento del Sudeste, en Haití, y sus padres se llamaron Adelina, la madre, y Gil, el padre.

Vino para Cuba a los 37 años, en 1919, por la zona de Banes, antigua provincia de Oriente, como tantos otros antillanos, a cortar caña. Así estuvo trabajando, no sólo en los cortes de caña, sino haciendo otros trabajos agrícolas.

Pensaba, como todos los demás haitianos, regresar a su querida Haitì cuando hubiera hecho un poco de dinero. Pero la vida le deparó otra suerte. Por más que lo intentaba no le salieron bien las cosas y tuvo que, una y otra vez, posponer los planes de partida.

Estuvo en diversos lugares en los trabajos habituales de los braceros antillanos de entonces. Al pasar el tiempo se enamoró y se casó con una cubana, Emilia Matamoros, fallecida ya cuando ella tenía 80 años, y con quien tuvo once hijos (siete varones, de los cuales se le murió uno, y cuatro hembras).

Alberto recibió su jubilación en 1980. Refieren que cuando contaba con 100 años de edad realizaba viajes desde la capital del país hasta las provincias orientales, y sin acompañantes, porque se valía por sí solo y gozaba de una salud, fortaleza física y claridad mental dignas de admirar.

Sólo en 1984, cuando sufrió un accidente automovilístico, es que su estado se resintió y tuvo que limitar sus andanzas por el país.

“Yeye”, como le llamaban sus hijos, dejó de existir este mes de octubre del 2004, a la edad de 122 años, y su muerte trajo un gran vacío no sólo en su familia, los 65 nietos, 48 biznietos y diez tataranietos que la componen, sino en toda la comunidad de haitianos en Cuba que le quería y estimaba.

CULTURA HAITIANA (23-10-2004)

La dimensión cultural del elemento haitiano dentro del desarrollo de la nacionalidad cubana está aún por caracterizar en su justo alcance y en todos sus aspectos.

Entendida como modo de ser y de hacer y no solo la acumulación y manifestación de conocimientos estéticos y artísticos, la cultura haitiana ha tenido un rol en el proceso de transculturación que de diversa naturaleza se ha originado en Cuba.

Es parte integrante de ese gran “ajiaco” cultural y formador del pueblo cubano.

De la etapa precolombina los propios colonizadores españoles se encargaron de arrasar a la población residente y que provenía de la región conocida hasta entonces como Haití, por lo que no pudiera afirmarse de una prevalencia cultural de aquellos aborígenes.

El aporte del haitiano a la integral formación cultural cubana se manifiesta con mayor fuerza desde la llegada e inserción en la vida de la colonia española del siglo XVIII de los fugitivos franco-haitianos con sus dotaciones de esclavos, en la etapa de la Revolución de Haití, y pasa por los restantes componentes de la inmigración desde aquella región durante los siglos siguientes.

A través de los años se han ido sedimentando en la realidad cubana los elementos y valores de toda naturaleza provenientes de los haitianos, convirtiéndose en parte inseparable del desarrollo integral de toda la sociedad.

El haitiano, centro de ese intercambio en tanto objeto y sujeto del proceso mutuo de influencia cultural, ha tenido en diversas etapas comportamientos de defensa de sus hábitos, costumbres, creencias, etc., ante la agresión, sojuzgamiento y discriminación sistemática a que estuvo sometido durante años por los otros integrantes de la sociedad hasta el triunfo de la Revolución cubana

Aún cuando los haitianos autóctonos mantuvieron una tendencia hacia una forma de vivir abroquelada, defensiva, autoformadora, encerrada en sí misma respecto al resto de la sociedad, no fueron ellos, ni sobre todos sus descendientes, totalmente ajenos a la asimilación creativa de la realidad circundante, de los avances de economía, la ciencia, la tecnología, la cultura, en fin, del desarrollo de la sociedad cubana.

Así ha transcurrido la preservación y afirmación de su identidad cultural, de sus hábitos sociales y actitudes individuales, que conforman hoy día el estilo de vida y de trabajo, las manifestaciones de su participación activa en la vida cultural del país.

Sobre todo ello se despliega en estos momentos diversas investigaciones e intercambios de experiencias para alcanzar una integral caracterización de las expresiones de lo haitiano en la dimensión cultural del pueblo cubano.


PROTEGIDOS POR LA SEGURIDAD SOCIAL (23-10-2004)

Los braceros transportados hacia Cuba para suplir la carencia de mano de obra barata con destino al corte de la caña de azúcar provenían de Haití y Jamaica, principalmente, y de otras partes de la Antillas Menores.

Todos ellos fueron sometidos a las más infrahumanas condiciones para el trabajo duro en los campos, y bajo una fuerte discriminación en todos los órdenes.

Tal grado de explotación les hacía huérfanos de toda protección de los gobiernos imperantes o de la sociedad misma. Con el triunfo de la Revolución el primero de enero del 1959 cambió radicalmente esta situación.

Los beneficios en los terrenos de la economía, la educación, la cultura, los deportes, la recreación, la salud y otros, y la preservación de la vida misma con una dimensión más plena en su desarrollo que propició el nuevo régimen social en Cuba para toda la población, alcanzó también a esos inmigrantes y sus descendientes.

El Gobierno Revolucionario analizó en un momento determinado la situación de aquellos inmigrantes antillanos que, al momento de entrar en vigor la Ley de Seguridad social número 1100, del año 1963, no se encontraban trabajando por la edad o por sus condiciones físicas, y por lo tanto no estuvieron incluidos en sus beneficios.

Entonces se dictó la Resolución 232 del Ministerio del Trabajo en el año 1967, la cual incorporaba como beneficiarios de la seguridad social con una prestación monetaria adicional a la protección que ya recibían en cuanto a atención médica, de asilo, hospitalaria y otras por parte del Ministerio de Salud Pública como residentes en Cuba.

La propia resolución establecía ese acto como una justicia a los antillanos, ante el aporte a la economía del país durante tanto tiempo y sometidos a los más crueles niveles de explotación y discrimanción.

La cuantía fijada entonces fue de 40 pesos y lo recibieron más de siete mil antillanos en todo el país. Esa cantidad aumentó a 60 pesos en el año 1969 fe y posteriores incrementos ha propiciado que en la actualidad alcancen una pensión media de 90 pesos.

Según reportes de la base de datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Cuba se mantenían 92 haitianos beneficiarios de aquella reso f83 lución 232 que en la actualidad continúan cobrando su pensión.

Adicionalmente, de acuerdo con lo establecido en las leyes 1100 del año 1963 y 24 del año 1979, los familiares de los haitianos ya fallecidos que estaban acogidos a esa Resolución reciben también los beneficios de la Seguridad Social.

BENITO MARTÍNEZ ABOGAN, EL MAS VIEJO DE CUBA (22-10-2004)


Nacido el 19 de junio de 1880, en Cavaillon, Haitì, Benito Martìnez Abogan es el hombre más viejo de Cuba. Seg163n sus propias palabras, sus padres fueron Somín, su mamá, y Negritá, su papá.


Arribò a este paìs a finales de la década de 1910 siendo un hombre maduro y, como cientos y miles de inmigrantes haitianos, habìa llegado como bracero para la zafra azucarera. Màs adelante realizò otras labores agrícolas y trabajos en la construcciòn, incluso participó en parte de la construcción de la Carretera Central cubana, en el tramo que va desde el aeropuerto Cloroberto Echemendía hasta los elevados de la ciudad de Ciego de Avila.

Desde 1925 reside en la provincia de Ciego de Avila, en el poblado de Vila, en la regiòn central de Cuba. Por la forma de trabajar, la prisa conque realizaba sus labores cotidianas en la agricultura y otras faenas, le comenzaron a llamar "Avión"

El 19 de junio del 2005 celebró sus 125 años de edad. La prensa local lo entrevistò y dijo gozar de una buena salud física y mental, aunque con un poco dolor en la cintura e inflamaciones en los pies.

Se mantiene activo en las labores agrícolas en su parcela, en la cultiva algunas viandas y la mantiene libre de malas hiebas. Se cocina èl mismo sus alimentos, de vez en vez sus buenas caldosas, pues se ha mantenido soltero durante toda su vida

Benito recibe la atención del Estado cubano no sòlo mediante el pago de su jubilación, sino tambièn vive en una casa que le han construido y acondicionado, y recibe la atención de una trabajadora social pagada estatalmente.


(BENITO ABOGAN FALLECIO EN OCTUBE DEL 2006, PASADOS LOS 126 AÑOS DE EDAD)

LA COMUNIDAD HAITIANA EN GUANTÁNAMO (27-10-2004)


La comunidad haitiana en la provincia de Guantánamo realizó una amplia labor cultural, política y social para celebrar los doscientos años de la Revolución de Haití durante el transcurso del 2004.

Olivia Labadí, descendiente de haitianos y coordinadora de las tareas de la comunidad haitiana en la provincia, declaró que las actividades dieron comienzo el cuatro de enero, con una misa en la Iglesia Episcopal y luego una procesión por las calles de Guantánamo hasta el parque José Martí, donde se depositó una ofrenda floral.

Seguidamente se realizaron encuentros con invitados a estos festejos procedentes de Estados Unidos, Guadalupe, Curazao y Argentina, en los que participaron representantes del Gobierno, del Instituto Cubano de Amistad con lo Pueblos y otras personalidades del territorio.

La provincia de Guantánamo cuenta con más de 470 haitianos autóctonos y miles de sus descendientes. Un censo realizado en el año 1984 dio como resultado que habitaban en esta provincia más de 84 000 descendientes de haitianos. Sólo en uno de sus barrios, el conocido como La Loma del Chivo, con apenas 18 manzanas, tenìa en el año 1997 más de 2 000 descendientes de la primera y hasta la cuarta generación.

Como parte de los festejos y conmemoraciones de la declaración de independencia de Haití se celebraron conferencias y talleres sobre Toussaint Louverture y los próceres de la Revolución, encuentros con representantes de la comunidad residentes en la vecina provincia de Santiago de Cuba, y con estudiantes haitianos de la Escuela de Medicina Latinoamericana.

También recordaron a Toussaint Louverture en ocasión del siete de abril, aniversario de su muerte, y celebraron el 18 de mayo, Día de la Bandera de Haití, entre otras efemérides.

Rememorando la llegada a Cuba de inmigrantes haitianos como braceros para los cortes de caña, varios grupos folclóricos de descendientes de esta etnia actuaron en los campamentos y albergues de los cortadores de cañas en la provincia de Guantánamo.

Otra de las actividades que se despliegan en este territorio por la comunidad de haitianos y sus descendientes son las clases de creole en un aula de la Escuela de Idiomas de la ciudad, iniciadas desde el año 2000, a las que acuden numerosas personas.

EL VOUDU EN LOS HAITIANOS (22-10-2004)



El término VOUDU es del lenguaje de los Fon de Benin, en el occidente de África, y significa espíritu.

La sobrevivencia de mitos, ritos, ritmos, dioses, tradiciones y representaciones religiosas de los negros esclavos africanos, traídos hacia Haití, fue influida y mezclada con la religión de sus opresores europeos: el cristianismo.

Los espíritus ancestrales (loas) representantes de los distintos aspectos de la vida, de la naturaleza, de las emociones y de las actividades humanas, actúan como intermediarios entre los hombres y los dioses.

El voudu es una religión basada en espíritus familiares de sus practicantes, en actuaciones de ayuda y de protección a ellos.

Carece de base teológica y de una jerarquía, pero tiene sus propios rituales y tradiciones, ceremonias y altares, donde están sus símbolos, imágenes y rezos católicos mezclados con rituales voudus y que la hace una religión única y haitiana.

El voudu ayudó a los esclavos a sobrevivir la esclavitud.

Mantuvieron viejas creencias africanas al tiempo que utilizaban algunas del cristianismo, en un proceso de sincretismo sin igual.

Es un producto de mestizaje cultural.

Representaciones de loas del voudu

GRUPO FOLKLORICO MYSTERE DU VUDOU D'HAITI (23-10-2004)


Un houngan (sacerdote) de voudu y artesano fabricante de instrumentos musicales, tanto de rituales religiosos como artísticos, José Gabriel Expret, organizó en Santiago de Cuba en el año 1992 el grupo folklórico Mystere du Vadoun d`Haití.

El houngan José Gabriel Expret, junto a su esposa Silvia Gardez Almaguer y un europeo interesado en el tema del voudu, ante el altar de la residencia haitiana en Santiago de Cuba. En la foto de al lado, tambores y otros instrumentos musicales fabricados por Expret y otros integrantes del grupo.

El conjunto cultiva todos los géneros de la cultura y de la religión haitianas, especialmente el voudu, en la lengua creole.

Lo integran una veintena de bailarines, músicos y cantantes, en su inmensa mayoría descendientes de haitianos tradiciones de sus ancestros.

José Gabriel posee más de 40 años de experiencia como bailarín, percusionista, asesor y profesor cultural. Durante esos años creó varios grupos folklóricos que han alcanzado fama nacional e internacional. Actualmente su esposa, Silvia Gardez Almaguer, e la directora del conjunto Mystere du Vadoun d`Haití.

La mayoría de los integrantes del conjunto actúan también como profesores de otros artistas cubanos o extranjeros interesados en el aprendizaje de toques, cantos, bailes, rituales o en la fabricación de tambores e instrumentos musicales tradicionales haitianos.

Como única agrupación en la ciudad de Santiago de Cuba que cultiva la tradición haitiana del rará, recorre sus calles y parques durante la celebración de la Semana Santa.

El conjunto ha participado en diferentes festivales, encuentros culturales y eventos artísticos, y ha recibido numerosos reconocimientos y premios por su actuación.

En un lapso de tiempo de cuarenta y cinco minutos despliegan su espectáculo en el que combinan las siguientes obras:

-Oricha mayor (Nagó)
-Oggún Balomi
-Ibbó (Changó)
-Papá Legba;
-Machacha;
-Lamento haitiano;
-Dambalá Uedo;
-Celensó;
-Ercili
-Agué
-Guedé
-Grambua
-Espectáculo del folclor cubano
-Estampas del Carnaval santiaguero
-Rará haitiano (con múltiples toques, cantos, bailes y ritos).

RELACION DEL CHANGUI CON LA TUMBA FRANCESA (22-10-2004)


Numerosos haitianos inmigrantes se asentaron en las inmediaciones de la ciudad de Guantánamo, en el extremo oriental de Cuba.

En toda la zona de Yateras, del municipio El Salvador, provincia de Guantánamo, había sociedades de Tumbas Francesas y también se interpretaba el Changüí.

Según el investigador Don Fernando Ortiz en el Nuevo catálogo de cubanismos, el vocablo Changüí proviene del verbo congo Sanga y, cuando se danzaba acompañado de música se llamaba Ti Sangui.

Los propios changuiceros eran tocadores y bailadores de las Tumbas Francesas. Entre los changuiceros descendientes de haitianos se conocen a Chicho Latamble, el más famoso de los tocadores del Tres en el Changui, Pedro Maso, Juan Logat, Andres Fisto, Eduardo Goulet (Pipi, director del grupo de Changui en Yateras), Carlos Goromo Blanch y otros.

Emblemático del Changui se convirtió el fallecido Elio Reve y su orquesta, una representación y mezcla sonera-salsera, alimentada por el Changui.

Se evidencian ciertas similitudes entre los instrumentos de la Tumba Francesa y del Changüí.

Por ejemplo, el bongó changuicero, llamado bongó de monte y mayor que el del son, se le sacan sonidos perfectamente perceptibles en el Premier, el tambor principal de la Tumba Francesa. En el bongó se realiza una improvisación virtuosa constante y eso proviene de la similitud con los toques del tambor Premier.

Las Marímbulas, oriundas de África y con un antecedente nombrado mbila, se ejecutan con ellas percusiones mucho más estándar, y asemejan lo que realizan el Bula y el Secon, instrumentos de carácter acompañante y que van manteniendo el ritmo del Premier.

El Guayo, de material de latón para rayar la yuca y otras viandas, y las Maracas provocan una estabilización y una guía polirritmia, acción que hace el Catá en la Tumba Francesa.

También son parecidos a las Maracas los llamados Cha Chas de la Tumba Francesa, que son una especie de sonajeros sacudidos por los cantantes pero que no tienen un ritmo específico como sí lo tienen las Maracas y el Guayo en el Changüí.

Además se encuentra el Tres, instrumento melódico rítmico heredado de lo hispánico y lo árabe, pero que genera una fuerte presencia de percusión africana en el Changüí.

Actualmente la provincia de Guantánamo cuenta con alrededor de 60 grupos profesionales y aficionados de Changüí, siendo Yateras una de las zonas principales, y se realizan encuentro anuales de esta expresión. Desde este 2004, se efectuará en el mes de diciembre y cada dos años el Festival Nacional del Changui.

Estos encuentros se manifiestan como un fenómeno socio-cultural, pues se ofertan comidas y bebidas típicas, como las fiestas changuiceras de antaño a las cuales acudían las señoras con sus hijas, y el hombre que pretendía sacar a bailar a las jóvenes debía comprarle algunos de los dulces que traía la madre.

ANA LUISA CARIDAD ANTONIA CRAIGH DESRRUSEAUX, HAITIANA CENTENARIA (22-10-2004)


Nací el 22 de diciembre del 1901. Mi padre, Joseph Petión Craigh, nacido el 18 de octubre de 1859 y fallecido de una congestión después de un disgusto el 31 de julio de 1906, fue Diputado en Haití en los años 1904 y 1905, durante el gobierno de Pierre Nord Alexis.

Mi madre, Rosa María Rosalía Desrruseaux, hija de Tibille Desrruseaux y Aurelia Glud, era una mujer muy religiosa, devota de la virgen de la Caridad de El Cobre. Tras la muerte de mi padre ella renunció a todo lo que fuera herencia o derechos por mi padre –tenía una gran extensión de tierra en una de las planicies haitianas- e hizo una promesa a la virgen, para lo cual se dirigió hacia Cuba a cumplirla.

Salió de Haití con sus ocho hijos que éramos –yo tenía entonces unos cinco años- y anteriormente se le habían muerto otros tres hijos. Llegó y se asentó en Puerto Padre, antigua provincia de Oriente.

Un año antes mi hermano mayor, Edmund Craigh Desrruseaux, ya estaba asentado en este país, y se desempeñaba como el Cónsul de Haití en la provincia de Guantánamo, aunque lo fue de tres provincias cubanas. Él murió un tres de diciembre muchos años después.

La familia en total la completaban mis hermanos Miguel, se casó, tuvo tres hijos en Cuba, trabajó como fotógrafo y tipógrafo en una imprenta en Santiago DE Cuba Y murió en septiembre de 1930, con 36 años de edad; Pedro, quien fue para Haití, trabajó allá como chofer y fue asesinado a finales de la década del 1960 y principios del 1970, en la lucha contra el régimen duvalierista; y Manuel, quien fue también para Haití, se asentó e hizo una familia.

Están mis hermanas Reyna, la mayor, y que se hizo dibujante artística y artesana; Cristina, que trabajó como comadrona; y Aurelia, que se hizo maestra normalista.

Repito, mi madre v fd7 ino a Cuba con nosotros a pagar una promesa a la virgen. Viajó con la intención de estar tres meses, pero se mantuvo más tiempo y siempre con la idea de regresar a Haití. Por eso, estuvo muchos años empacando sus cosas para realizar tal regreso que nunca se realizó. Sólo desistió cuando ella misma refirió que la virgen se le había aparecido y le dijo que no lo hiciera, que se mantuviera a cerca de ella, en El Cobre. Así estuvo hasta que murió el 16 de octubre de 1972, a los 104 años de edad.

Mi mamá no se llevaba bien con la familia de mi padre y no tuvimos grandes contactos con ella. No obstante, desde Haití nos mandaban facturas con víveres y, hasta el agua embotellada para tomar.

Nuestra familia residió en Santiago de Cuba, en el reparto Sueño, y luego se trasladó hacia El Cobre.

Vivimos en varios lugares de El Cobre, a partir del incendio en dos oportunidades de la casa donde residíamos. Mi casa y mi familia era muy respetada. Decía “la casa de la Madama”

Me adapté a vivir en Cuba. Fui a la escuela y estudié hasta el quinto grado. A mí me decían “La Haitianita” o “La Francesita”.

Me casé bien tarde, a los cincuenta años de edad con Rodolfo Rodríguez, un habanero que era militar cubano. Era menor que yo, con 40 años de edad. A los cinco años de estar casados me lo mataron durante el asalto al polvorín de El Cobre. No tuvimos hijos.

Y ya ve, he llegado a los 102 años de edad, en otra tierra distinta a la que nací, y esta edad hace pensar mucho en cómo se ha vivido.

El comportamiento que he tenido en esta tierra durante todo el tiempo es lo único que me ha permitido llegar hasta esta edad.

Nací extraña. Las cosas que no me gustaban me eran indiferente. Reconozco que he sido una muchacha insípida. Mis deseos han sido siempre ver a los demás felices y que sean ellos mismos buenos.

Perdonar siempre, olvidar todo lo que te han hecho. Es lo principal. Dios perdona todo.
Debes ver y no ver y callar. Mi madre era así.

Mi palabra es la de Jesús. Él preguntó: Y tú, ¿cómo te llamas? La Verdad, se le respondió.

Entonces, siempre he pensado que la familia debe vivir en la Verdad, sin hipocresía.

En el Juicio debes decir la verdad ante todo.

He vivido así y he sido feliz.

Hoy día hay leyes, somos humanos y nos debemos a ella.

Pero los dolores, con el tiempo, pasan. El odio es malo.

No soy política, no me gusta la política.

Hoy muchos van a la iglesia. Antes no era así.

Fidel empezó una Revolución que hoy es más grande, muy distinta a lo que él pensó. Así que la historia está cambiando.

Toda mi familia ha vivido aquí y no ha tenido ningún problema con la Revolución., todo lo contrario.

En mi casa, donde éramos religiosas, fue donde primero se fundaron los CDR en El Cobre. Actualmente mi sobrina, Adriana López Craigh, es la Presidenta del CDR..

A usted y a todo el que guste, le invito a que pase por mi casa, aquí, en Antolín Cebreco número 160 en El Cobre, y conversemos. Me gusta hablar mucho.

(ANA LUISA FALLECIO EL 5 DE JULIO DEL 2005, A LA EDAD DE 104 AÑOS).

JOSE A. MARTINEZ ALCANTARA, DESCENDIENTE DE HAITINO INTERNACIONALISTA (22-10-2004)


Significó mucho para mí cumplir la misión a la que me mandó la Revolución en Angola, como combatiente reservista.

Allí libré acciones directas combatiendo al enemigo de ese pueblo africano, pagando, como ya se ha dicho por Fidel Castro, esa deuda moral que tenemos los cubanos con los hijos de Africa que fueron arrebatados por la fuerza por los colonialistas, y traídos como esclavos tanto para Cuba, como para Haití y las demás zonas del Nuevo Continente.

Soy trabajador de la empresa ECOI-18, de Florida, Camaguey, en el Contingente Julio Sanguily. Antes trabajé en la Empresa de Cultivos Varios de Florida, en la que dediqué parte de mi juventud, participando directamente en labores de construcción.

A lo largo de los años he participado en la construcción de muchas de las escuelas y viviendas que hoy cuenta este municipio de Florida.

Soy hijo de haitianos. Mi padre se llamaba Medeise Almazan y le decían Chode. Nació en O Cayes. Mi abuelo, Camile Almazan , también de O Cayes, vino hacia Cuba en 1902, después regresó a Haití e hizo un par de viajes más a Cuba.

En 1948 vinieron a Cuba y entonces, se quedaron aquí. Se establecieron en Palma Soriano, provincia de Santiago de Cuba, para la recogida de café. Después se trasladaron hacia la colonia Santiago Pérez, en el actual municipio Carlos Manuel de Céspedes, provincia de Camaguey, donde se incorporaron al corte de caña y otras labores agrícolas como la chapea, surque de caña y otras tareas.

Mi padre se casó con mi mamá, una cubana, en Vega Honda, en Palma Soriano, antigua provincia de Oriente. Después se mudaron para Florida, en Camaguey.
Nací en 1955.

Ellos me dieron una educación que fue más allá de la que recibí en la escuela. Me prepararon para la vida, para el trabajo. Mi padre me enseñaba ha hablar en creole y me insertó en los primeros pasos y participé en algunos cortes de caña aún siendo menor.

Pero ello no impidió que siempre velara porque yo estudiara. Luchó mucho porque alcanzar los estudios superiores.

Mi padre nos narraba cómo era la vida en Haití, cómo se trabajaba allá, cómo se ayudaban unos a otros, cómo compartían sus terrenos y los cosechaban. Tenían, incluso, trapiches criollos y molían la caña.

También contaba sobre la venta que se hacía de los productos. Decía que se reunían en un lugar determinado como especie de un mercado, para vender los productos. Constantemente nos hacía anécdotas sobre eso y nos enseñaba, incluso, fotos que conservaba de esa época.

Estudié la enseñanza media superior en La Habana y continué y me gradué como Ejecutor de Obra Civil, mi actual profesión.

Me encontraba trabajando en la Empresa de Cultivos Varios de Florida me seleccionaron para cumplir la misión internacionalista en Angola.

Participé en aquella contienda y tuve un desempeño que fue reconocido. Tengo cinco o seis medallas, dos o tres estímulos y medallas de Primera Clase, como la Medalla Antonio Maceo, la Medalla Distinguida de Angola Agostino Neto, recibida por una labor realizada allá, y recientemente me hicieron llegar y entregaron aquí en Cuba la Medalla de la República Popular de Angola.

Cumplí sencillamente con la Revolución, su mandato de internacionalismo proletario, al igual que miles y miles de cubanos que han actuado en defensa de la Revolución, como ahora lo han mostrado los cinco cubanos prisioneros del imperio por haber luchado contra el terrorismo en los propios Estados Unidos de Norteamérica.

FIDEL CASTRO: "HAY QUE AYUDAR A HAITI" (30-11-2004)

(DISCURSO DE CLAUSURA DEL V CONGRESO DE LOS COMITÉS DE DEFENSA DE LA REVOLUCIÓN
Palacio de las Convenciones. La Habana, Cuba, 28 de septiembre de 1998)

Y voy a añadir algo más. Queda Haití.

Bien, se está hablando de un número de víctimas, alrededor de 100 muertos. Se habla de un número de desaparecidos; quizás muchos de ellos vayan para la lista de los muertos. Han reportado 100 muertos con motivo del huracán. ¿Por qué no se ayuda a ese país? Se lo pregunto a la comunidad internacional. ¿Cuándo van a ayudar a ese país, en dos palabras? ¿Y quiere saber la comunidad internacional cuántas vidas pueden salvarse? Aprovecho esta ocasión dramática del huracán para plantearlo.

Los ciclones dramatizan, pero sobre este país hay un permanente huracán, como este o peor, que mata todos los días casi a tanta gente como la que el huracán mata en un día, y parto de datos precisos y exactos.

Le pregunto a la comunidad internacional: ¿Quieren ayudar a ese país, invadido e intervenido militarmente no hace mucho tiempo? ¿Quieren salvar vidas? ¿Quieren dar una prueba de espíritu humanitario? Hablemos ahora del espíritu humanitario y hablemos de los derechos del ser humano.

Nosotros les decimos: Sabemos cómo se pueden salvar 15 000 vidas todos los años, o en dos palabras: cómo se pueden salvar alrededor de 25 000 vidas en Haití todos los años. Se conoce que cada año mueren 135 niños de 0 a 5 años por cada 1 000 nacidos vivos. Repito: 135 niños de 0 a 5 años
por cada 1 000 nacidos vivos.

Un programa de salud --esto lo hemos hablado nosotros con algunos dirigentes políticos que han visitado nuestro país-- podría salvar a
15 000 de esos niños, y, en un cálculo muy conservador, otras 10 000 vidas más de niños entre 5 y 15 años y de jóvenes y adultos pueden salvarse sin grandes gastos.

¿Por qué a partir de esta amarga experiencia, de este daño que sufre ese país, que nos viene a recordar la larga tragedia de ese pueblo, no se le ayuda en ese campo?

Partiendo de la premisa de que el gobierno y el pueblo de Haití aceptarían gustosos una importante y vital ayuda en ese campo, proponemos que si un país como Canadá, que tiene estrechas relaciones con Haití, o un país como Francia, que tiene estrechas relaciones históricas y culturales con Haití, o los países de la Comunidad Económica Europea, que
están integrándose y ya tienen el euro, o Japón, ponen los medicamentos, nosotros estamos dispuestos a poner los médicos para ese programa (Aplausos), todos los médicos que hagan falta, aunque haya que enviar una graduación completa o el equivalente.

Este país, que cuenta con más de 60 000 médicos y que puede decir con orgullo que tiene el más alto per cápita de médicos del mundo; que formó médicos calculando incluso necesidades del Tercer Mundo donde hemos enviado a muchos de nuestros profesionales de la salud, que han creado
incluso facultades universitarias en varios de ellos, dispone de los médicos necesarios para el programa que proponemos.

Nos reunimos con los que están allá en Sudáfrica, una prueba elocuente de que la cuestión del idioma no es una dificultad. Nuestros médicos que fueron a Sudáfrica tuvieron que estudiar inglés y pasar un duro examen. Hay alrededor de 400, están como profesores, incluso, varios de ellos. Sabemos el aprecio que les tienen, todas las aldeas están pidiendo médicos cubanos. Cuando ellos llegaron a las aldeas, allí no se hablaba inglés —las aldeas de los sudafricanos donde están nuestros médicos no hablan inglés— y en un tiempo brevísimo nuestros médicos se adaptaron a
aquella situación, aprendieron el dialecto de las aldeas y prestan excelente servicio. Así, el francés o el patois que se habla en Haití, con un mínimo técnico, con unos libritos, por el camino aprenden la terminología necesaria para entenderse con los pacientes, ese no es un problema; es más complicado el inglés.

Pero, además, hay un ejemplo: decenas y decenas de miles de haitianos a principios de este siglo, en las primeras décadas viajaron a Cuba a cortar caña y a trabajar como semiesclavos, y eso no fue un obstáculo para que cortaran toda la caña que necesitaban las transnacionales
norteamericanas y los que empleaban a aquellos haitianos.
Para explotarlos no hacía falta conocer su idioma, como tampoco estos países de habla inglesa o de habla española necesitaban conocer el idioma de las aldeas de Africa para traer a trabajar a millones y millones de africanos que fueron esclavizados y crearon incalculables fortunas a sus
dueños.

Para prestar salud a un enfermo y salvar vidas no hace falta conocer previamente el idioma de la aldea. La historia lo ha demostrado, aparte de nuestra experiencia reciente.

En estos programas lo más difícil es obtener el personal humano y nosotros tenemos el personal humano. Estoy seguro de que no faltarán voluntarios entre nuestros jóvenes médicos, estoy absolutamente seguro (Aplausos prolongados), y son médicos que van a las montañas, van a los campos y van a donde sea. Están allá en las aldeas de Sudáfrica (Uno
del público le dice: "¡Y sangre, si hace falta!") (Aplausos.)

Aprovecho esta ocasión, este momento, cuando todavía viven esos pueblos bajo el trauma de lo ocurrido, para proponer este programa para ser dirigido por una institución de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud.

Haití no necesita soldados, no necesita invasiones de soldados; lo que necesita Haití son invasiones de médicos para empezar, lo que necesita Haití, además, son invasiones de millones de dólares para su desarrollo. Eso no lo tenemos nosotros, pero lo tienen de sobra los organismos
internacionales: lo tiene el Banco Mundial, lo tienen las otras instituciones y lo tiene Occidente, con capacidad suficiente para dar un ejemplo de humanidad. Ese es el país que se encuentra entre los más pobres del mundo y es el más pobre de América Latina, sin discusión: poco espacio, tierra erosionada, montañas deforestadas, zonas pesqueras
agotadas. Ha motivado acuerdos de Naciones Unidas, invasiones militares autorizadas por Naciones Unidas y ejecutadas por brigadas aerotransportadas de Estados Unidos.

Ese país no necesita brigadas aerotransportadas, lo que necesita desesperadamente son brigadas de médicos. Los médicos podemos suministrárselos; otros que envíen maestros y otros que envíen los recursos indispensables para la escuela, infraestructura de hospitales y para el desarrollo de ese país. ¿Para cuándo lo van a dejar?

Que no nos digan que vamos allí a adoctrinar a los haitianos, porque nuestros médicos no han adoctrinado a nadie en las aldeas de Sudáfrica, ni en las decenas y decenas de países donde han trabajado, empezando por
Argelia desde muy temprano. Allá fueron los médicos. Los primeros médicos que salieron de aquí, realmente fueron para Argelia, muy al principio de la independencia. Y cuando nada más teníamos unos 3 000 médicos, porque nos habían llevado a los demás, la Revolución les abrió las puertas de Estados Unidos que quería dejar a nuestro pueblo sin médicos. Sin la Revolución no les habrían dado ninguna visa a los que estaban aquí sin empleo el día del triunfo, sin posibilidades, siquiera, de ir a cualquier lugar.

En Argelia se realizó la primera misión internacionalista que hicieron nuestros médicos. Alrededor de 25 000 médicos y personal de la salud han pasado por decenas y decenas de países de todo el mundo. Y queda hecho el planteamiento, lo sometemos a la consideración de los países o grupos de
países que he mencionado, independientemente de la apelación que hacemos a que ayuden a Santo Domingo y a las demás islas que he mencionado antes.

El caso crítico, crítico, crítico es realmente el de Haití, un clarísimo caso donde con un programa de salud relativamente modesto se podrían salvar 15 000 niños menores de cinco años reduciendo la mortalidad infantil de cero a cinco años a 35 por cada 1 000 nacidos. Nosotros
tenemos 9,4, casi cuatro veces menos. Ya para reducir esa cifra a menos de 20 se requiere una medicina más sofisticada; pero reducir esa mortalidad hasta 35 ó 30 es relativamente fácil.

¿Cuántas madres podrían salvarse de las que mueren en el parto, y cuántas personas de cualquier edad que mueren de enfermedades infecciosas, que son típicas de estos países tan pobres, o de otras enfermedades, perfectamente prevenibles o curables? Hago un cálculo muy conservador, y
le ofrezco hoy a la comunidad internacional la cooperación para que se salven todos los años no menos de 25 000 vidas, y la inmensa mayoría niños. Si no se hace eso en el mundo, ¿cuál será su destino?

Nosotros tenemos ese personal humano. No es un costo económico, es un costo humano. Tenemos a los hombres y mujeres capaces de llevar a cabo ese programa. Si se dignan a considerar estas palabras, esta proposición, que se comuniquen con nosotros cuando lo deseen, para que inmediatamente se pueda hacer un estudio de qué hace falta en ese país para salvarlo, y hace falta, desde luego, médicos y medicamentos.

Espero que comprendan que no deseamos protagonismo alguno, pues todo estaría subordinado a la OMS y que no vamos a adoctrinar absolutamente a nadie, porque es difícil adoctrinar a un niñito de seis meses, de un año, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete en cuestiones de marxismo-leninismo, o en teorías sobre comunismo, o en subversión política. Eso no lo han hecho jamás nuestros médicos en las decenas de países del Tercer Mundo donde han estado y salvado
incontables vidas.

ADRIEN SANSARICQ, UN HAITIANO EJEMPLAR (29-11-2004)


                                           
    
Adrien Sansaricq, nacido en Jeremie el 16 de agosto de 1936, es uno de los más preclaros ejemplos del protagonismo de los haitianos en Cuba, de internacionalismo y de seguimiento y de las enseñanzas de lucha por la independencia y libertad del pueblo.

Desde muy temprana edad asimiló la triste realidad de explotación y miseria que vivía su país. Durante su etapa de estudiante entre 1951 y 1955, y esencialmente en la fase terminal del Bachillerato en 1955, en el Colegio San Luis de Gonzague, en Puerto Príncipe, se trasladaba con un grupo de sus condiscípulos hasta las áreas salineras a compartir con los trabajadores del lugar.

A contrapelo de ser mulato, sintió como suyos los martirios de todo su pueblo, de negros, de mulatos y de blancos, y se dedicó en cuerpo y alma a tratar de transformar esa realidad.

Por ello escogió la Medicina para su formación profesional, para enfrentar los sufrimientos humanos de los haitianos.

Durante esta etapa de su vida, siendo estudiante universitario en México, donde curso los primeros cinco años de la carrera de médico-cirujano en la Escuela de Medicina, sintió determinados cambios en su pensamiento social y político.

El impacto del triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959, le llegó a su vida como cual brújula en su derrotero. Desarrolló amplias e intensas sesiones de intercambios de conocimientos sobre la realidad cubana y su comparación sobre lo acontecido en Haití bajo el mandato de Francoise Duvalier.

Lo que hasta entonces eran sesiones de discusiones teóricas y alguna que otras acciones políticas acometidas como estudiantes, alcanzó más adelante una forma mejor estructurada al incorporarse clandestinamente, a principios de 1962, en el Partido de la Unidad Popular de Haití (Parti d’Entente Populaire d’Haití) (comunista).

En Cuba se había producido un éxodo de muchos médicos y, como respuesta a ello, profesores de la Universidad Autónoma de México, la comunidad progresista y algunos galenos mexicanos, partieron hacia la mayor de las Antillas para dar su apoyo a la situación de salud cubana.

Adrien, ya casi médico, se hizo el propósito de contribuir también.

Remedaba las enseñanzas de los próceres de la Revolución Haitiana, quienes en distintos momentos de la guerra de los mambises por la independencia Cuba entre 1868 y 1898 brindaron su colaboración tanto a ésta como a los criollos encabezados por Simón Bolívar que lucharon por la independencia de Hispanoamérica.

El ofreció su cooperación solidaria a otra revolución: la cubana, y así lo manifestó a su dirección partidista.

Luego de asistir como delegado al VIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Helsinski, en julio de 1962, representando a la Liga Juvenil Popular de Haití, así como a la Asamblea de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, en Varsovia, Polonia, viaja hacia Cuba, a donde llega el 26 de agosto de 1962.

El 21 de Septiembre de 1962 es autorizado a realizar el Sexto año en la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana y, apenas transcurrido un mes, se aprestó a defender el país como tantos otros cubanos durante la llamada Crisis de Octubre. Él se atrincheró como médico en la zona del Mariel, dentro de un batallón de combate y por espacio de cuarenta días.

Arrostró el grave peligro que vivió todo el pueblo cubano, amenazado de ser desaparecido de la faz de la tierra mediante un ataque con cohetes nucleares por parte de los Estados Unidos de Norteamérica.

Y se empleó a fondo en la colaboración en el terreno de la salud en hospitales de la capital del país, en la especialidad de Pediatría.

A pesar de estar exento de ello por su condición de extranjero, Adrien decide participar en lo establecido por la Ley cubana número 723, del 23 de Enero de 1960, mediante la cual se instauró el Servicio Médico Social Rural en Cuba para los graduados de Medicina. Éstos debían prestar sus servicios en tiempo completo y dedicación exclusiva en las comunidades rurales por término de un año, lo que posteriormente se extendió a dos años.

Fue ubicado en un dispensario médico del municipio Manzanillo, en la zona de Santo Domingo, intrincado lugar de la Sierra Maestra, en el Oriente de Cuba. Se dedicó pacientemente a crear las mejores condiciones para su labor entre la población campesina residente en el lugar y se ganó el cariño y afectos de toda esa población.

Y, a la par, se preparó para el enfrentamiento revolucionario a la situación que imperaba en Haití con la dictadura duvalierista, que sojuzgaba a su pueblo y lo sometía a un terrible panorama de crimen y latrocinio.

Plenamente dedicado a las funciones médicas recibe la infausta noticia de que trece miembros de su familia (padres, hermanos, cuñada, tías y sobrinos), dentro de los cuales estaba su hermanita de diez años de edad y sobrinos menores de cinco años, habían sido masacrados en agosto de 1964 en Haití por los esbirros de Duvalier.

En octubre del propio 1964 es relevado en su misión del Servicio Médico Social Rural. Su buen desempeño como galeno le agenció la positiva valoración de los dirigentes cubanos quienes le confiaron la responsabilidad de participar en el grupo de conducción de la Salud en la región de Manzanillo.

Poco después él pasó al Servicio de Higiene y Epidemiología de Manzanillo como su subdirector, a la vez que se desempeñaba como médico de los círculos infantiles de la zona. En marzo de 1965 fue nombrado director del Policlínico de Manzanillo.

Adrien Sansaricq completará otra faceta de la influencia y enseñanzas recibidas de la Revolución Haitiana: la de ser internacionalista.

Conocido se tiene del aporte y participación de revolucionarios haitianos del siglo XIX en las gestas independentistas de América, incluido, su apoyo a George Washington.

Heredero también de esas enseñanzas, respondió afirmativamente y se integró al contingente de cubanos que, con el Comandante Ernesto Che Guevara al frente, apoyaban a la guerrilla del Congo, en el antiguo Zaire, contra los colonialistas belgas.

Junto a otros dos médicos cubanos (los doctores Octavio de la Concepción de la Pedraja y Diego Lagomosino Comesaña) integra el último grupo de galenos que se agrega al conjunto de combatientes en el Congo.

El 17 de septiembre de 1965 llega a Tanzania y, después de varios días de espera y preparación en Kigoma, cruzan el lago y arriban a las costas congolesas, a Kibamba, donde estaba el campamento guerrillero.

Una semana después arriban al campamento de Moja (Comandante Víctor Dreke), en Carula, y éste los conduce hasta donde se encuentra Tatu (Comandante Ernesto Che Guevara), con quien se entrevistan el día 26.

Cada uno recibe instrucciones directas de su misión y un nombre de guerra. A Sansaricq el Che le denomina Kazulu, nombre de una zona del Africa.

A partir de ese momento Adrien Sansaricq despliega diversas e intensas actividades. Desarrolló las funciones de médico en los momentos que así lo requirieron y constituyó un importante puntal de apoyo en la comunicación de la dirigencia cubana en el Estado Mayor con los representantes congoleses, en las tareas de traductor.

Él estuvo presente, desde su llegada, en los distintos momentos cruciales de la contienda. Así fue hasta que del 18 al 21 de Noviembre de 1965 se realiza la retirada de las tropas cubanas participantes en la guerra de liberación de los revolucionarios del Congo.

Sólo la alta confiabilidad que le confirió el Che y la meritoria labor de Adrien permitieron que al final de esta misión el Guerrillero Heroico lo señalara entre los destacados combatientes de esta guerrilla. Así lo reflejó en su diario de campaña de este gesta cuando incluyó a Kasulu al decir:

“Quisiera dejar aquí los nombres de aquellos compañeros en los cuales sentí siempre que me podía apoyar, por sus condiciones personales, su fe en la revolución y la decisión de cumplir con su deber pasara lo que pasara.”

Adrien regresa a Cuba en diciembre de 1965 y continúa sus labores en la Medicina, esta vez, vinculado a la decisión de la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Africa, Asia y América Latina (denominada Conferencia Tricontinental), respecto a la atención de la salud de revolucionarios latinoamericanos y otros en Cuba.

Es ubicado en los Servicios Médicos de una unidad militar hasta fines de marzo, en que es nombrado allí Jefe de esos servicios. En abril de este propio año es ascendido a Primer Teniente.

Contrajo matrimonio y le nació su hijo: Ernesto Adrien, el 31 de diciembre de 1966.

Transcurre el año 1967 y las noticias sobre la caída del Che y demás combatientes en Bolivia le impactan enormemente.

En abril de 1968 deja una carta de despedida a Faustino, el hijo de su esposa que él ha criado, y también para su hijo Ernesto Adrien:

...Tú sabes que en muchas partes del mundo los pueblos luchan por liberarse de la opresión. Tú has oído hablar de los vietnamitas que pelean duramente contra los malos yanquis. En otras partes del mundo hay otros pueblos también que tienen que liberarse y tendrán que pelear tan duro como los vietnamitas contra los yanquis. América Latina es un continente así que necesita liberarse y como yo soy de ahí voy a luchar junto con todos los revolucionarios y junto con el pueblo. Puede ser que sobreviva a la larga lucha que nos espera y en este caso, nos volveremos a ver algún día. Pero si no logro ver el fin de la lucha no nos veremos más y en este caso que ésta carta sirva de despedida.
...Espero que mi actuación sea siempre limpia y que en ningún momento tu tengas que ruborizarte o avergonzarte de mí. Tengo el firme propósito de que sea así.

Sansaricq se infiltra clandestinamente en Haití y desde el primer momento desarrolla, en unión de otros patriotas, la lucha clandestina contra el régimen duvalierista.

El Partido de la Unidad Popular de Haití (Parti d’Entente Populaire d’Haití) hace un llamado el cuatro de agosto para elevar la lucha contra la tiranía.

Él es un militante convencido de la línea de su partido y se emplea a fondo por su cumplimiento. Fue un activo colaborador de las publicaciones clandestinas Voix du Peuple y de Boukan, bajo el pseudónimo de Lilan Toutsos (Estoy en todas las salsas), orientando las acciones contra la tiranía.

El régimen, con la estrecha colaboración de la Administración norteamericana, principalmente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), despliega una intensa labor de penetración y exterminio del movimiento revolucionario y democrático en Haití. Poco a poco va liquidando en 1969 los focos guerrilleros, la resistencia popular y la lucha activa contra Duvalier.

El 14 de Abril de 1969 en Bouthilliers los efectivos del ejército de la tiranía rodearon la casa donde se encontraban Sansaricq y otra revolucionaria, a raíz de la denuncia de un traidor. A partir de entonces y durante dos horas se batieron a tiros contra las fuerzas enemigas, logrando derribar a varios de ellos y al lugarteniente de la tiranía Harve Magloire, quien iba al mando de los soldados.

Escasos de municiones, intentan abrirse paso a tiros para fugarse. Logran salir de la casa hacia un camino próximo. Ella se esconde dentro de una gran tubería pero es descubierta y es apresada.

Adrien es perseguido muy de cerca. Salta un muro y llega al camino en el justo momento en que avanzan carros con un personero de la tiranía. Al descubrir su figura portando un arma le abren fuego. El cae para siempre.

Contaba entonces con 32 años y casi ocho meses de edad.

Como él cayeron en ese 1969, combatiendo o en las cárceles, Gerald Brisson, Jacques Jeannot, Arnold Devilme, Daniel Sansaricq, Alix Lamute, Lamarre St. Germain y tantos otros que engrosaron las filas del martirologio haitiano.

Hoy, jóvenes haitianos y de otras latitudes continúan fieles seguidores del pensamiento revolucionario latinoamericano, en especial, del Comandante Ernesto Che Guevara. Y el coraje y ejemplo de Adrien Sansaricq vive y pervive en los corazones de los hombres y las mujeres que sueñan y luchan por un mundo mejor, tal y cual pensaron y lucharon por su independencia y libertada los revolucionarios haitianos del 1804.


EMILIO BARCENA PIER, DESCENDIENTE DE HAITIANO, BALUARTE DE LA REVOLUCION CUBANA (30-11-2004)


En el seno de una familia de inmigrantes haitianos llegados a Cuba como fuerza de trabajo barata nació el 24 de septiembre de 1926 Emilio Bárcena Pier.

Sus padres: Estilita Bárcenas y Clemente Pier, habían emigrado hacia Cuba en búsqueda de mejores opciones para sus vidas, en la época del auge azucarero cubano en la Primera Guerra Mundical. Fue el primero de cuaro hijos de este matrimonio y tuvo como escenario de su crianza un barracón de colonia Ojo de Agua del antiguo central Ermita, hoy denominado Costa Rica, en la oriental provincia de Guantánamo, en Cuba.

Su niñez transcurrió en la miseria como la de tantos otros integrantes de esta etnia sometidos a la explotación en la república necolonial de entonces. Por eso tuvo que trabajar desde muy joven para alcanzar el necesario sustento familiar.

Para él no hubo juegos infantiles y ni tan siquiera el aprendizaje en una escuela. El rudo ajetreo en los campos cañeros o cafetaleros, tumbando montes, limpiando terrenos, cortando caña o recogiendo, café eran sus actividades cotidianas.

Y trabajó fuerte, codo con codo con su padre, en una pequeña colonia que alcanzó a tener su progenitor en sociedad con otra persona, en Buey Arriba, en la Sierra Maestra.

En el duro bregar por los campos, alcanzó a desarrollar una corpulencia física que le hizo sobresalir donde quiera que se encontraba. Junto a esto, se forjó un carácter jovial y alegre, lo que le granjeó la amistad y buena voluntad de quienes le llegaban a conocer.

Tal característica le vinculó a distintas personas, sobre todo, a quienes por ese entonces tenían ideas socialistas.

Emilio se adentró en esta forma de pensamiento al punto tal que llegó a ingresar como militante en la Juventud Socialista a finales de los años de 1940, y formar parte de la Comisión de Orden y Disciplina de los actos que se realizaban por la organización.

El país vivía convulsionado por una tiranía sangrienta que había asaltado el poder mediante un golpe de estado el 13 de marzo de 1952.

Su horizonte laboral se fue ampliando: trabajó como cortador de caña y pesador, como chofer y peón de la construcción y otros trabajos diversos.

Se decidió y logró establecerse en sociedad en un bar en Manzanillo, pero se desanimó de ello porque no vio en esto un claro futuro. Abandona este negocio y a fines de junio de 1957 se traslada hacia las montañas, en búsqueda de trabajo en los cafetales.

Pero, cuando se adentra en la Sierra Maestra es interceptado por una patrulla de los guerrilleros del Ejército Rebeldeeque luchaban en las montañas contra la tiranía desde el 2 de diciembre de 1956.

Fue interrogado y sus respuestas fueron honestas y sinceras. Posteriormente fue conducido, junto a otros apresados como él, ante la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien les explicó los objetivos de la Revolución que se desarrollaba y les invitó a incorporarse a ella.

Lo destinaron a la Columna Uno ,al pelotón del entonces capitán Raúl Castro Ruz, con la misión de ayudante de ametralladora.

Así comenzó Emilio su incorporación en esta fase de la lucha por la libertad y la independencia de Cuba

Por su fortaleza física, bondad y nobleza, sus compañeros lo bautizaron como “Tangañica”, personaje en boga en una de las aventuras radiales de la época.

Participó en varias acciones y combates en la Sierra Maestra y su arrojo y valentía le valieron para formar parte de la Columna 6 “Frank País”, encabezada por el ascendido a Comandante Raúl Castro Ruz.

Más adelante fue destinado como refuerzo a la Columna 9 “José Tey”. Él participo en el primer ataque al cuartel de Soledad. Más adelante fue destacado en la fábrica de bombas y armamentos establecida en la llamada "Casa de la Tía", en Aguacate.

El día 30 de julio, aniversario de la muerte Frank País, jefe del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Oriente, se escogió para atacar al apostadero de Minas de Ocujal.

En el plan de acción se utilizaría un bulldozer con una bomba colocada en su cuchilla frontal para forzar la entrada al cuartel. Había que prenderle la mecha y el intenso fuego enemigo no daba tregua para efectuar esa operación. Era una misión en extremo peligrosa.

Emilio se ofreció para realizar el encendido de la mecha. Parapetado detrás de la cuchilla avanzó a la par que el bulldozer hacia las filas enemigas. Pero un giro brusco del equipo por un obstáculo en el camino dejó al descubierto el cuerpo de Emilio, quien cayó gravemente herido por el fuego graneado contrario.

Rápidamente fue ayudado por sus compañeros, quienes le retiraron hacia la retaguardia y le asistieron. Emilio, lejos de quejarse por sus heridas, pronunciaba palabras de arenga hacia sus compañeros para que cumplieran la misión de tomar el cuartel, a la vez que daba vivas hacia los próceres de la independencia cubana, Martí, Gómez y Maceo.

Los médicos guerrilleros realizaron ingentes esfuerzos por salvar su vida. Poco tiempo después fallecía.

Con carácter póstumo fue ascendido a Teniente muerto en campaña y, a propuesta del Jefe de la Columna 9 “José Tey” , le fue otorgada la orden “Legión de Honor Frank País”.

Hoy día la condecoración máxima que reciben los afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores Civiles de la Defensa lleva el digno nombre de Emilio Bárcena Pier, y su ejemplo es uno de los baluartes de los trabajadores civiles y de los combatientes, clases y oficiales de las instituciones armadas cubanas.